Las canciones, las notas de la orquesta, la particular forma de cantar de Santiago Auserón junto con la belleza del parque y de un cielo lleno de estrellas crearon una noche difícil de olvidar, y más cuando eras tú quien compartía ese mágico momento conmigo.
Gracias por haber entrado en mi vida y haberme enseñado tanto sin apenas darte cuenta; gracias, a pesar de que haya veces en las que me ahogue de impotencia por no tenerte como quisiera.

No más tragos, no más penas.
No más cantos de sirenas
ni leyendas de dolor,
ay amor.
No más lágrimas...
Fortaleza destruida.
No más tierra prometida
ni cadenas de pasión,
corazón.
No más lágrimas...
Nadie puede ser el dueño
de los mares del ensueño
y la flor del pensamiento
la deshoja el viento.
Déjame con mi ceguera
No más leños en la hoguera,
quedan brasas de rencor,
ay amor.
No más lágrimas...
No más lágrimas...
No más lágrimas...
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