domingo, 15 de abril de 2007

Demasiadas emociones (I)

El otro día estaba tan entusiasmada por todo lo que me había pasado que no podía ni escribir.
Esa mañana defendí mi proyecto fin de carrera. Después de tantos años de estudio, me parecía imposible que ya hubiera llegado el momento. Estaba nerviosísima.
Pero mereció la pena,... me pusieron un ¡9.8!
No me lo podía creer... pero sí, ya soy ingeniero, al fín. (Ahora viene lo más díficil: encontrar trabajo, pero ese es tema para otro post).

Estaba tan feliz que llamé a mi familia y a todos mis amigos para contarles la noticia (incluido B) y él me felicitó y quedamos esa tarde para tomar algo y celebrarlo.

El caso es que no sé si fueron los nervios, el vino de la cena, la inmensa luna llena de esa noche o una mezcla de todo, pero B por fín se lanzó; le costó bastante pero se acercó, me sonrió y me besó de la manera más dulce y tierna que se pueda imaginar.

Esa noche fue perfecta: juegos de manos, risas y cosquillas, caricias, miradas y besos; las horas pasaron volando. Y yo seguía ahí, acurrucada en su pecho, escuchándole decir lo mucho que le gustaba estar conmigo y sintiéndome la mujer más feliz de la tierra.

No deseaba que se fuera, nunca más...

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