
Querías que estuvieramos todos juntos y que nadie se perdiera este "viaje de despedida".
Lluvia, nieve y frío.
Parecía no importante... tú seguías ahí: con tu mirada fija en Ella y sonriendo, dulcemente; pasaron las horas y ni te movías.
Casi nos matamos a la vuelta; ocho horas seguidas de coche.
Estabas deseando llegar a casa.
No sé de qué hablaste con Ella pero volviste transformada: con la tristeza y seguridad de saber que te alejabas de nosotros pero con la madurez de la aceptación y la paz, la alegría y la ternura reflejada en tu cara de niña.
Han pasado muchos años desde ese 26 de abril...
Tú sigues con nosotros: a nuestro lado, en nuestros recuerdos y pensamientos, ayudándonos día a día...
Sé que eres mi ángel y me cuidas desde allá arriba pero aún así te echo de menos una barbaridad.
(Es mentira eso de que el tiempo lo cura todo).
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